Al dormir los
músculos de la garganta y tráquea se relajan. Si te encuentras boca arriba,
tanto la mandíbula como la lengua (que pierde su tonicidad normal mientras
descansas) se deslizan más atrás que de costumbre obstruyendo el pasaje de aire
de las fosas en la garganta. Esto dificulta la entrada y salida de aire de los
pulmones, obligando al individuo a respirar por la boca.
La explicación
científica sería que el aire se ve obligado a pasar por una abertura más
estrecha, lo que genera una vibración en el velo y la úvula (tipos de tejidos)
del paladar, fabricando un leve sonido gangoso. Sin embargo, este aumenta a
medida que la boca se seca con el paso del aire, y las vibraciones se
potencian. Esto puede resultar extremadamente molesto para quienes conviven con
la persona que ronca, especialmente si tienen un sueño ligero.
Si bien suelen
desconocerse las razones de por qué se ronca, existen ciertos factores que
aumentan el riesgo de ello. El sobrepeso aumenta el tejido del cuello que
presiona las vías respiratorias. Por otra parte, las mujeres embarazadas también
tienen más riesgo de roncar, especialmente en el último mes de gestación cuando
se produce el mismo efecto del sobrepeso en el cuello.
Las
deformaciones del tabique nasal, que es la estructura que separa las fosas
nasales, así como en los huesos de la cara en general también pueden afectar la
respiración. La congestión, los pólipos nasales y la hinchazón del velo o la úvula
también pueden llevar a ello.
En ocasiones
el ronquido es un síntoma de un trastorno de sueño conocido como apnea del sueño,
donde la persona deja de respirar total o parcialmente por más de 10 segundos
mientras duerme. El resoplido o ronquido suele ocurrir luego de cada episodio.
Según explica
la Dra. Ana Machado del Hospital Universitario Quirón Madrid, la menopausia
aumenta el porcentaje de mujeres que ronca ya que se acumula grasa en la base
del paladar lo que obstruye el paso de aire.
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